Ojos de Polaroid

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Para afrontar el reto de dar clase a los seiscientos alumnos que ocupaban el cine que alquilaba la Facultad de Ciencias Económicas como aula, tenía un pequeño truco: me quitaba las gafas. De esa forma, sólo podía divisar con cierta nitidez a las dos primeras filas, el resto se convertía en el ‘mar de lo desconocido’ y por lo tanto aligeraba cierta presión al impartirla, con mis veintiséis años entonces.

La miopía que la Naturaleza me dio se convertía en mi aliada, me ayudaba literalmente a 'no ver’ la realidad. A no ser (tan) consciente de los cientos de ojos y oídos que ponían su atención en mi.

La toma de consciencia, el awareness, es seguramente el proceso con mayor poder sobre las personas. La verdadera toma de consciencia hace que podamos cambiar en una milésima de segundo nuestro juicio de valor.

Lo que en un momento era negro se convierte en blanco:

Si estoy esperando a cruzar la calle a pie en un semáforo en rojo y siento de pronto un fuerte golpe desde atrás, mi primera reacción y pensamiento seguramente sean: ¿quién ha sido el idiota que me empuja? Y si al girar veo que se trata de una persona ciega que me ha dado con su bastón blanco, mi pensamiento será ¡qué idiota que soy! La realidad no ha cambiado, el golpe y el dolor siguen presentes, pero he tomado consciencia de algo muy diferente a mi primer pensamiento. En solo una fracción de segundo mi juicio de valor cambió de signo.

Un sencillo pero ilustrativo ejemplo. La toma de consciencia hace que vea -perciba- la realidad de modo diferente y por tanto cambia mi actitud, ya no insultaré o exigiré disculpas a la persona que me golpeó, sino que le acompañaré a cruzar y cambio yo, pasaré del enfado a sentirme feliz y útil por haber podido ayudar a alguien.

La toma de consciencia es la palanca del cambio. Quizá mejor dicho: la verdadera y profunda toma de consciencia es la que moviliza el cambio, la que permite la transformación. Es la condición necesaria para todo movimiento de timón.

¿Y qué es lo que hace que tomemos consciencia? ¿Qué necesitamos para un verdadero awareness?

Contrariamente a lo que tendemos a pensar, en general no son necesarios grandes y concienzudos análisis o exámenes. Confundimos generalmente comprensión con toma de consciencia y si bien puede ayudarnos a conceptualizar algo, no necesariamente conducirá al cambio. El fumador sabe que fumar le hace mal.

La toma de consciencia no es un mero esclarecimiento, es un verdadero detonante, que hace que sea imperioso cambiar el rumbo.

Ese detonante vendrá disparado por las dos palancas básicas que nos mueven: el dolor o el placer. Y de las dos, la primera es la más habitual; en versión americana: “no pain, no change”.

El dolor puede desvelarse de muy diversas formas, sabores y colores:

A través de la placa de tórax que muestra el médico al fumador; de la goleada o eliminación humillante de un campeonato deportivo; de los resultados económicos a fin de año; del test 360º que me da feedback sobre cómo me perciben mis colegas; de estar más de X años en paro; de la distancia con la persona querida. Del miedo.

El placer por su parte se desvela a través del anhelo, de la visión, del propósito. Del amor.

Ambas palancas desvelan y mueven, pero sin embargo existe una diferencia sustancial: la primera, implica un movimiento reactivo: la resolución de un problema, la reducción de un conflicto, el alejamiento de algo que no queremos tener o sentir. En cambio la segunda es generadora de un cambio creativo (¡de crear!): para alcanzar un determinado resultado, construir lo que más tiene significado, hacer que las cosas que ambicionamos sucedan.

Dicho en términos deportivos: en el primer caso jugamos para no perder, en el segundo jugamos para ganar.

La buena noticia es que la toma de consciencia no es excluyente, es decir el dolor puede ser la puerta de entrada para desvelar una realidad que me interpele y, de esa forma mueva la palanca para avanzar y crear lo que verdaderamente anhele y tenga sentido para mi.

Lo deseable sería no esperar a que se despierte el dolor y actuar proactivamente para crear eso que SÍ queremos. Lo importante en todo caso es poder tener esa oportunidad para desvelarlo.

Los procesos de Coaching, tanto individuales como de equipo o relaciones son excelentes vías para lograr desvelar y tomar consciencia: de la visión, propósito y valores; de la realidad personal y del sistema que les rodea y de las opciones, elecciones y acciones necesarias en ese camino.

Seguramente la mayor efectividad de estos procesos radique en sus ‘momentos Polaroid’, en donde las personas o los equipos a través de sus propias respuestas, interacciones o dinámicas logran que se desvele lo que está allí pero como en una foto Polaroid, aún no se veía, aún no había emergido o simplemente estaba intentando ocurrir.

Al igual que en una foto Polaroid, este proceso también cuenta con los ‘reactivos químicos’ que la revelan: esas palancas que hemos mencionado, las del dolor y el deseo, las del miedo y el amor.

La toma de consciencia hace por tanto que nuestra mirada se transforme y con ella nuestra actitud, nuestra conducta y por ende nuestra realidad.

La toma de consciencia hace que tengamos ojos de Polaroid.

Anímate a revelarlos.

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